Vistas de página en total

La próxima vez será

Desde niño tengo esa pulsión.

 

No la puedo evitar, ni lo pretendo.

 

Me asalta en cualquier lado, a cualquier hora, no importa si acompañado o solo, ni la compañía (si es que la tengo).

 

No importa que sea pintoresco o no el objetivo, que forme o no parte de mi mundo, de mi día a día, de lo que le rodea. No importa nada.

 

Desconozco el origen de esa característica mía, que, imagino, compartiré con mucha gente (que hasta ahora, nunca me lo han manifestado), pero el caso es que me hace sentirme enchufado al mundo.

 

Pocas veces puedo llevar a cabo la pulsión, por ser inoportuna en sí su posibilidad.

 

Pero, digamos, que toma uno nota, y se dice… “La próxima vez será”.

 

La foto que acompaña este post contiene uno de mis perpetuos deseos: algunos que me leen sabrán el lugar exacto de esa foto. Esa casa que está allí arriba, ese caminito de unos 100 metros entre ella y el borde del acantilado, la vista que puede haber desde allí, hacia el sur y hacia el norte; la puesta de sol que debe verse desde allí… “La próxima vez será”.

 

Me ha pasado en las intrincadas carreteras que unen el triángulo de pueblos Grazalema, Villaluenga del Rosario y El Bosque. Dehesas y rocas enormes, silencio roto por el motor del propio coche al pasar por allí… Es impresionante bajar las ventanillas, parar el motor del coche, y quedarse quiero, a oír y ver…

 

Y yendo, de noche, de Constantina a Cazalla de La Sierra, por esa carretera recoleta, a veces cubierta por completo de zarzas y otras ramas y árboles… Parece que uno se está metiendo en la boca del lobo. Pues más aún era ir con mi VW Polo y apagar las luces… Parecía que flotaba uno en la nada.

 

Pero hay muchas otras veces que tienen todavía que ser, que están pendientes:

 

·         La casita de la foto de este blog,
·         Esa poza en que me bañaba de niño, en Cabezuela del Valle,
·         Ese sembrado lleno de rocío, que veo al pasar, en el AVE, cuando me desplazo por trabajo,
·         El pico de la montaña que podía verse desde la terraza de La Fresneda, la vivienda rural de Ubrique en que me alojé con toda mi familia este puente de la inmaculada,
·         Ese toro de Osborne que veo en aquella colina de las proximidades de Badajoz,
·         Ese faro de ese cabo que siempre tengo en mi mente,
·         …

 

¿Quién ha dicho que no se puede volar?

 

Yo lo estoy haciendo ahora mismo, y lo que veo es lo que, en realidad, se ve si se sobrevuela eso. No tengo la más mínima duda.

 

La imaginación es poderosa, pero no es definitiva.

 

Lo definitivo aún no ha llegado, pero llegará.

 

“La próxima vez será”.

 

En fin, Las Cosas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario