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Verle las orejas al lobo

La verdad es que, con mi pasado scout, en donde el lobo era una figura ejemplar, esta expresión pierde mucho sentido.
Pero uno no es sólo lo que fue; la vida va haciendo que, paulatinamente, vayas siendo, poco a poco, muchas cosas más. Sobre todo SINTIENDO muchas cosas más.
Estos días me tiene algo atrapado la sensación que deben tener las personas que, tras descubrirseles algo "gordo" de salud, de manera fortuita o no, reciben un ultimátum de vida.
Eso de "Vaya usted despidiéndose de su familia, pues, irremediablemente, lo que usted tiene hace que le queden X meses/días/horas de vida"...
Debe ser brutal, demoledor...
No sé (bueno, la verdad, sí...) qué verán algunos en mí. Pero el caso es que, a veces, se abren de par en par, de manera sorprendente, y me cuentan cosas muy personales y fuertes, y se desahogan...
Me pasa y me pasaba los viernes y sábados noche, en la Cuesta del Rosario, en los 90... Casi siempre con mujeres, la verdad...
Y me sigue pasando, pero ya más lejos de El Arenal.
Apertura absoluta y exposición a mí de "el bebe" de la persona de turno.
Pues bien: estos días me ha pasado con una persona, de nuevo, que me ha contado los últimos meses de vida de su padre...
Sobrecogedor ha sido para mí verle venirse abajo y romper a llorar en un especial momento de su relato...
¡¡Con lo mal que lo paso también yo!!
Total, un mal rato para el que bien valgo.
Me aterroriza pensar cuando el que vea las orejas al lobo sea yo.
Una noticia respecto a un familiar mío o a mí con cariz de ultimátum sería desquiciante por completo...
Cuando, quien visualice las orejitas de ese lobo sea yo, ¿cómo lo encajaré?
Dios mío, me cago...
En fin, Las Cosas...

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