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Le cuesta pensar

Le cuesta pensar con claridad en estas fechas, en estos meses.

Aunque todo aparente ser medianamente llevadero y, en algunos casos, pueda/deba uno sentirse hasta dichoso de compartir todo el día con su mujer (¿e hijx/s?), en casa, sin horas de levantarse ni acostarse, de almorzar, ..., de nada, en general.

Pero no.

Ya no era lo mismo desde hacía meses; no era lo mismo, más aún, desde hacía años.

El fatídico V/13/03/2020 no fue más que un hito más en esa carretera que ya se volvió tortuosa, vuelvo a decir, hace años.

Fueron desoladoras las horas de desconcierto y de  confusión; de ilusión (por lo de ilusos) y de vértigo (la subida del trenecito de la montaña rusa había casi culminado).

Pero, incluso, simplemente, por cultura, merecía la pena tener los ojos bien abiertos.

Merecía la pena ver todos los loops, todos los giros a más de 2 y 3 Gs. Con la mirada limpia, clara, abierta.

Con los ojos abiertos como platos... Sí, de esa forma que te fuerza a echar esas lágrimas.

Porque, efectivamente, esas lágrimas se iban a echar y mojarian sus mejillas.

El recorrido de la montaña rusa presagiaba que se iban a ver cosas fuertes: veríamos salirse de los bolsillos cosas de valor a los usuarios, oiríamos pavorosos alaridos, veríamos algún que otro vómito que haría que se truncaran, para muchas familias, el bonito día que habían pasado hasta ahora  en el puto parque de atracciones.

Muchas cosas muy fuertes.

Pero le costaba pensar.

Los aplausos le confundían.

Había puesto su vida en juego, había pulsado el pause en su planes, para ayudar a los infectados.

Se había separado, temporal y preventivamente, de su pareja (- ya ves -), de sus amigos, de su gente, durante este tiempo, para poder darlo todo.

Pero todo lo que recibía de la cúspide de la corrupta pirámide al mando era palabras huecas de agradecimiento y apoyo.

Palmaditas en la espalda.

Palmaditas temerosas de cualquier crítica que tampoco aceptarían, e incluso, castigarían, y, por supuesto, de cualquier planteamiento de ... ¿Y qué hay de lo mío (mío = mi retribución, mis horas, mi salud, mi VIDA, MI DIGNIDAD... M I  J U S T I C I A)?

Palmaditas en la espalda que ojalá pudieran volvérsele al que las da como un buen fistfuck indeseado y no gustoso.

Ya está bien de tantas farsas, piensa.

De tantas putas mentiras para tenernos controladitos en el puto redil.

... Piensa.

Llaman insolidaridad a oponerse mamar indefinidamente ante el miedo, ante el acojone de que te saquen del puto sistema perfectamente engrasado para beneficiar a los mismos de siempre.

Pero nada: pongamos, de nuevo nuestro lomo para las palmaditas y nuestros oiditos para los halagos. Todo ello envenenado.

Veamos a las víboras sacar su lengua viperina de nuevo, oliendo el manjar de la clase media.

Miremos, desde abajo, cómo los putos buitres planean en círculos, expresando nuestra extenuación que aportará el sustrato de sus insaciables planes.

Le costaba pensar con claridad en estas fechas, en estos meses.

En fin, Las Cosas...

1 comentario:

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