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San Fermín

Hace muchos años, cuando era aún más inmaduro, solía decir en plan hiper español, casi totalmente motivado por mi indignación con los etarras y todo lo que les circunda, que jamás pisaría tierra vasca: que si, por ejemplo, hiciese el Camino de Santiago ese que bordea la costa cantábrica, sortearía esa tierra como si no existiese, por ser indigna de mí (...).
Las vueltas que da la vida produjeron que, por un viaje de trabajo, fuese a visitar a un proveedor por aquellos lares, lo que me obligaba a volar a Bilbao y recorrer algunas decenas de kilómetros hasta llegar a Vitoria, donde haría noche con mi compañero de empresa y viaje.
Por suerte, mi estupidez xenófoba de aquél entonces, localizada y enfocada a lo ikurriño, se borró para siempre: calles limpias, gente educada y amable, trabajadora, equipamientos, vegetación y jardinería, mujeres guapas, hombres guapos (desaliñados,sí, pero guap@s... casi atractiv@s). Gracias a todo aquello que me encontré, unido al recuerdo a un compañero de mi padre (Jesús), que, con su mujer (Conchi), nos dieron a mi familia y, sobre todo, a mis padres, innumerables pruebas de cariño y respeto, colaboraron para que se obrara el cambio.
Cambio que perdura: el sábado, mientras, despertando, bicheaba mi movil (fotos, pdfs, ...), reparé en que en el reloj ponía que eran las 08:03...  "¡Mierda! ¡Que me pierdo el último encierro!". Como un resorte fui al salón del piso que mis suegros tienen en MTLSKÑS, y vi toda la parafernalia post-carrera.
Maravilloso: seré muy básico, muy typical spanish, muy poco snob. Pero como me pasa con El Rocío, espero poder disfrutar, algún día, de unos San Fermines por completo, en vivo.
La belleza sentimental y plástica que tienen ambas fiestas es incomparable: recuerdo ahora a mi amigo Alberto, en La Maestranza, en la faena de muleta de ya ni recuerdo qué diestro, en farolillos; fumándose él un purito y yo con mis pipas Reyes con Sal, los dos, hombro con hombro, mirando desde la grada, en(m)arcado entre uno de los medios puntos maestrantes en el más profundo de los silencios, el Arte. Me dijo susurrando al oido (él que es de Historia del Arte, y que, creo, la ama): "mira al toro, al torero y, a la vez, al tendido de enfrente... Es un cuadro, Mario. Está pintado, Mario."
No voy a caer en empezar a defender los toros y la tauromaquia: eso sería objeto de otro post o incluso otro blog...
Qué importante es la perspectiva al mirar las cosas. En geometría nos lo enseñan (la caballera, la isométrica, la militar, ...). Todo cambia según la perspectiva, aun siendo lo mismo.
Por eso, sería para todos bueno intentar desprendernos de una única perspectiva, en definitiva, ser empáticos, tolerantes. En decir, permitirse el lujo, porque, para algunos, lo es, de pensar que, quizá erremos en nuestro primer enfoque. Permitirnos enfocar 2 ó 3 veces la misma cosa.
Pero para eso hace falta tiempo...
Tiempo... Qué caro, en estos tiempos, ¿verdad?
Por eso, por San Fermín, hoy he pensado en que la empatía es un valor que deberíamos apreciar y agradecer en l@s otr@s.
Yo lo voy a intentar: creo que me ayudará a seguir disminuyendo mi inmadurez...
En fin, Las Cosas...

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